La periodista Julia Echeverría realizó hace unos años, una investigación sobre el origen y la trayectoria de este gremio iniciador de la representación de los trabajadores informáticos en la Argentina. El artículo que reproducimos aquí es el resultado de dicha tarea periodística y constituye un valioso antecedente que contextualiza y da sentido a la actual lucha por los mismos objetivos.

El licenciado Horacio Bossio fue Presidente de Infoworkers en varios períodos y es el actual Presidente Emérito de la institución.
Fue también el Secretario de Organización de la ATPD, época que recuerda de esta manera:


…Y APARECIÓ LA ATPD


«En los años 70, quienes trabajábamos en las áreas de “La Computadora” estábamos encuadrados en el ambiente de las empresas, dentro de las categorías de bichos raros, afortunados o pedantes que quieren cambiar las cosas a su antojo. No muy bien considerados por el resto de la organización a la que pertenecíamos, conformábamos una comunidad con características propias que nos separaba del resto, aún cuando hiciéramos desde lo personal ingentes esfuerzos para revertir la situación. El común de nuestros compañeros hablaba con cierto despecho de los de sistemas, pensando que, sin motivo, recibíamos mejor remuneración, habida cuenta que no mucho tiempo atrás, nos sentábamos en el mismo escritorio y vivíamos las mismas inquietudes y necesidades.

Mientras tanto, nosotros navegábamos entre dos mares: el de la Prosperidad y el del Desconocimiento de la Propia Personalidad. En el primero, viento en popa, nos movíamos en ambientes llenos de misterio, con máquinas inmensas y difíciles de comprender y actuábamos con libertad crítica en todos los recintos de la organización, perteneciéramos directamente a ella o como proveedores contratados por la misma. El otro mar no estaba para nada calmo. Quizás aún no lo esté, pero en aquellos tiempos las olas de la incertidumbre profesional eran difíciles de sortear. Si bien estaban definidas estructuras orgánicas y funcionales con bastante precisión y acierto, de hecho en buena medida aún lo están, el individuo que gastaba su hacer no tenía para nada claras ni su pertenencia ni su desarrollo profesional.

Personalmente, había concluido una carrera universitaria afín al tema y ni siquiera la Cátedra nos daba respuesta concreta, amplia y precisa a nuestra identidad. Los Gremios no nos encuadraban, por lo tanto no éramos formalmente Trabajadores. Las Empresas no reconocían nuestros diplomas universitarios, por lo cual tampoco se nos consideraba profesionales. Las otras áreas, directamente, nos declaraban extraños y los directivos desconfianza de nuestra “lealtad”: inteligencia más conocimiento, peligro latente.

¿La formación específica? Bien gracias. Aportada por las empresas proveedoras de material, estaba dirigida a incrementar la compra de nuevas ofertas más que a proponer conceptos de análisis, organización, calidad y gestión. Para colmo, y aquí aparece el gran generador del oleaje de este mar que estamos navegando, la capacitación estaba limitada solo a un grupo de personas que, con buena intención o no, eran previamente seleccionadas. La comunidad tenía poca oportunidad de participación.

Y entonces…..Apareció la ATPD – Asociación de Trabajadores de Procesamiento de Datos, con una propuesta surgida desde adentro, expansiva y con fuerte conocimiento de las necesidades de esta profesión que estaba naciendo. El nombre daba validez a su existencia: TRABAJADORES, eso éramos. Profesionales de un oficio, con o sin jerarquía universitaria (eso era tema de escalafón), donde un grupo de jóvenes con inquietud nos pusimos a trabajar liderados por mi amigo y compañero Jorge Zaccagnini, uno de los ideólogos de nuestra construcción, en la que avanzamos profundamente, siendo pilar fundamental de otras organizaciones que se crearon posteriormente.

Diseñamos y redactamos la estructura funcional necesaria en ese momento. Fundamentamos jerarquías y las relacionamos entre sí, proponiendo distintos tipos posibles de organización y carrera interna de responsabilidades, creando el primer escalafón específico. Organizamos nuestro Centro de Capacitación abierto a toda la sociedad y gratuito, que me tocó dirigir, que contaba con toda la curricular necesaria para satisfacer la demanda de las funciones incorporadas en el escalafón. De este Centro surgieron gran cantidad de compañeros de ruta y profesión que dieron prestigio a nuestra tarea.

El escalafón fue adoptado por varias organizaciones sindicales y mal utilizado por otras. Sufrí personalmente alguna consecuencia del accionar de las segundas. Pero ese no es el tema: el escalafón y su creadora, la ATPD, fueron un éxito histórico que aún hoy eleva, enorgullece y alegra los corazones de quienes participamos en su desarrollo.

La época se puso difícil y quizás nosotros, al menos yo, no teníamos la experiencia necesaria para conducirla hasta transformarla en la organización de carácter superior. Dejó formalmente de funcionar, pero nunca se fue, está presente en cada uno de nuestros actos y convicciones porque formó nuestro criterio y razón de ser.

A los compañeros que tanto hicieron para construirla y desarrollarla, a la vieja y querida ATPD que tanto aportó y quizás también a la futura y necesaria: Salute.»